martes, 20 de diciembre de 2016

Martes peliculeros

Ocho apellidos vascos

Rafa, un sevillano que nunca ha salido de Andalucía, decide abandonar su tierra natal para seguir a Amaia, una joven vasca que a diferencia de otras mujeres que ha conocido se resiste a sus técnicas de seducción. Para ello, y en contra de los consejos de sus amigos, decide viajar al pueblo de su pretendida, Argoitia, en el corazón abertzale del País Vasco. Una serie de circunstancias llevarán al joven sevillano a tener que hacerse pasar por un auténtico vasco e ir enredándose cada vez más en el personaje para lograr sus propósitos.
Amaia, es una joven vasca que acaba de romper su compromiso matrimonial con su ya exnovio. Para olvidarle, viaja por primera vez a Sevilla con sus dos mejores amigas, aunque se siente incómoda dentro de un vestido de sevillana en un tablao flamenco. Colma su paciencia ver sobre el escenario a un monologuista haciendo chistes con tópicos sobre el pueblo vasco, por lo que ella se levanta de la silla y se enzarza con él. El humorista es Rafa, estereotipo de andaluz: chistoso, simpático, improvisador, trabajador de cuello azul, costalero y socio del Real Betis Balompié. Tras una breve pelea, Rafa expulsa a Amaia del local, pero una vez en la calle se atraen mutuamente, y tras besarse Rafa la lleva a su casa, donde ella cae dormida antes de que haya ninguna otra acción.
Al día siguiente, Rafa despierta y ve que Amaia ha desaparecido, aunque ha dejado olvidado su teléfono móvil. Rafa intenta localizarla buscando el número del padre de ella, aunque al llamar no recibe respuesta. Rafa esperaba localizarla, pero desconoce que el padre de Amaia, Koldo, es un pescador de alta mar, divorciado y que lleva años sin ver a su hija.
En contra del consejo de sus amigos, que ven una misión harto difícil tratar de conquistar a una mujer vasca, Rafa decide emprender un viaje hacia Argoitia, un pueblo en el corazón de Euskadi, para encontrar a Amaia, devolverle el teléfono e iniciar una relación con ella. En el viaje en autobús conoce a Merche, una mujer de mediana edad que también viaja hacia el País Vasco. Dani, poco antes de llegar a su destino, la ve bajándose del autobús y entrando en su casa, donde sabe que tendrá una aliada en su aventura.
Rafa encuentra la casa de Amaia, pero tras devolverle el móvil, ella le rechaza bruscamente. Rafa, desolado, prende fuego accidentalmente a un contenedor con una colilla y es arrestado y llevado al calabozo. Allí se encuentra con varios presos, y finge ser un Kale borroka para ganarse su simpatía. Paralelamente, Koldo, al volver a la costa, ve en su móvil la llamada perdida de su hija que tanto echa de menos. Recuerda entonces que la boda de su hija (ya cancelada) está próxima y supone que Amaia le ha llamado para invitarle a la ceremonia. Amaia, incapaz de decir a su padre que ha cancelado su boda, urde un plan: hacer pasar a Rafa por su anterior novio a ojos de su padre y celebrar una falsa boda. Consigue sacarlo de prisión, y en su taxi lo lleva al puerto para presentarlo a Koldo. Las cosas se complican cuando Koldo exige que la boda sea oficiada por el cura del pueblo, amigo suyo y que ya se encargó de bautizar a Amaia. Ante esas circunstancias, Amaia no consigue planear una alternativa.
Koldo, en un restaurante con su hija, conoce a Rafa, que se presenta, a instrucciones de Amaia, como Antxon, vasco de pura cepa y jugador de pelota. Sin embargo, Rafa no consigue inventar de carrerilla ocho apellidos vascos, y por esto Koldo lo rechaza, llamándolo "españolazo" y mandándolo a comer paella. En privado, Koldo amenaza a Rafa en caso de estar siendo engañado, y después lo manda a su casa. Rafa dice que su casa es la casa de Merche, la mujer que conoció en el autobús. Pero Koldo, desconfiado, no se quiere marchar sin que Rafa entre en esa casa. Así que Rafa dice que perdió su llave e intenta entrar por una ventana, despertando a Merche y suplicándole ayuda. Merche, haciéndose pasar igualmente por una vasca , invita a Koldo a entrar e inician una relación.
Después, Koldo, contento por haber conocido a una nueva amante, invita a Rafa a su casa, donde ha preparado una habitación para la pareja de novios. Amaia no consiente dormir en la misma cama que Rafa y sólo está junto a él cuando su padre está mirando. Rafa aún no se rinde e intenta conquistarla prometiéndole que algún día la llevará a Sevilla a montarla en una calesa. En el resto del tiempo que están juntos, Koldo ya está totalmente seguro del engaño, tras ver en su casa un móvil (el de Rafa) con un tono de llamada de sevillanas, y que Antxon no sabe decir en euskera nada más allá del "Prohibido fumar" que hay en el cartel de un bar. Tras todo este incordio, Rafa, desesperado, intenta al día siguiente regresar a Sevilla olvidándolo todo, pero Amaia, justo en la parada del autobús, lo seduce y le convence para quedarse.
El día de la boda se acerca, y los amigos de Rafa viajan a Argoitia como invitados. El párroco insiste en que ambos novios tienen que estar muy seguros de lo que van a hacer. En el confesionario, Rafa admite no llamarse Antxon, ni ser vasco, y que durante todo ese tiempo había mentido a Koldo, amigo del párroco, para poder estar con Amaia; además en sus pecados confiesa que provocó un adulterio y defraudó dinero a la hacienda pública. Pese a quedarse totalmente escandalizado con el testimonio de Rafa, el cura cumple con su obligación de intentar casarlos, pero tras el sí de Amaia, Rafa se niega a aceptar y huye con sus amigos de vuelta para Sevilla.
Koldo queda aliviado después de que su hija no se case con un no vasco, pero tras quedarse a dormir en casa de Anne, su amante, descubre que ella tampoco es vasca, sino viuda de un guardia civil extremeño destinado al País Vasco. Koldo entiende entonces que el amor entre vascos y forasteros es posible y autoriza a su hija a viajar a Sevilla para reencontrarse con Rafa. La película termina con la promesa de Rafa convertida en realidad: la nueva pareja paseando por Sevilla en un carro de caballos, con Los del Río cantando de fondo.
Tráiler de Ocho Apellidos Vascos.

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